
El reloj marcaba las 21:17 cuando las luces del Teatro Vorterix se apagaron y el murmullo expectante se transformó en un rugido. Isla de Caras apareció en escena como lo hace una banda en plena madurez: con confianza, con soltura, con magnetismo.
La cita tenía una razón poderosa. El quinteto presentó en Buenos Aires su nuevo disco, “Líneas Generales”, lanzado el pasado 29 de abril y ya recorrido en un intenso tour por México. Para Isla de Caras, este show no era uno más: fue el concierto más importante de su año, un regreso a casa con canciones frescas, energía intacta y un público dispuesto a dejarse llevar.

El grupo —Lautaro Cura (voz), Francisco Villa (guitarra), Manuel Schupak (bajo), Nicolás Fernández de la Puente (batería) y Santiago Martínez (teclados y sintes)— desplegó un setlist extenso, casi ceremonial: 26 temas en casi dos horas de show. De “Veneno” a “Tiempo”, pasando por “Amigos”, “Tormenta” o “Mi droga favorita”, cada canción fue un eslabón de un viaje sonoro en el que conviven la delicadeza pop, la cadencia indie y la potencia de un vivo trabajado al detalle. Incluso hubo lugar para relecturas inesperadas, como la sensible versión de “Mi historia entre tus dedos”, que desató un coro colectivo poderoso.
Uno de los momentos más intensos llegó con “Cerca lejos”. Lautaro Cura bajó del escenario, saltó la valla y se metió entre la multitud para cantar y saltar codo a codo con el público. La energía se transformó en pogo masivo y Vorterix se convirtió en un solo cuerpo, vibrando al ritmo de la canción. Fue la postal perfecta de una noche en la que la distancia entre artista y público se borró por completo.
Isla de Caras y sus líneas generales
“Líneas Generales” es, de algún modo, la consagración de un camino iniciado hace casi una década por Cura y que, con los años, se consolidó en formato banda. El álbum irradia la frescura de un debut, pero con la solidez de quienes saben hacia dónde van. Es música que recuerda que la experiencia de la banda de rock —esa manada que se mueve junta, que se protege y se expone a la vez— sigue siendo insustituible.
En Vorterix, Isla de Caras no solo presentó un disco. Confirmó que su identidad está más fuerte que nunca, que su búsqueda se expande y que sus canciones ya forman parte de un repertorio que la gente canta como propio. Entre luces, coros y aplausos, quedó claro que la isla no es refugio, sino territorio conquistado.