
A 15 años de Amapola del ’66, Divididos volvió con un disco que no solo marca el retorno de una de las bandas más emblemáticas del rock argentino, sino que también reconfigura su identidad sonora en un presente más introspectivo, cargado de simbolismos y reflexiones. Con la madurez de una banda que atravesó todas las eras del rock nacional y aún sostiene un nivel interpretativo superlativo, este álbum invita a una escucha completa, profunda y emocionalmente abierta.
1. “Aliados en un viaje”
El disco abre con una composición expansiva, casi ceremonial. Hay un riff inicial que se despliega con la paciencia de un grupo que ya no tiene que demostrar nada, pero sí quiere contar una historia nueva. Mollo canta desde un lugar calmado pero firme, con esa mezcla de sabiduría y crudeza que caracteriza sus interpretaciones más recientes. La letra sugiere camaradería, memoria compartida y tránsito: un comienzo perfecto para un disco concebido a lo largo de años y atravesado por múltiples capas temporales.
2. “Monte de olvidos”
Una de las piezas más líricas del álbum. La guitarra limpia sostiene una melodía melancólica, mientras la letra navega el recuerdo, el paso del tiempo y la fragilidad de aquello que creemos permanente. El bajo de Arnedo tiene un rol protagonista, casi narrativo. Musicalmente está más cerca de la veta intimista de Amapola del ’66, pero con una producción más austera.
3. “Bafles en el mar”
Divididos siempre tuvo la habilidad de mezclar imágenes poéticas con escenas cotidianas, y acá se luce. Este es uno de los temas más rítmicos del disco, con un pulso firme de Catriel Ciavarella que lleva la canción hacia un clima dinámico, casi marítimo. La mezcla deja espacio para que el riff principal respire, logrando una pieza que se siente libre y expansiva.
4. “Doña Red”
Una canción cargada de ironía, comentario social y observación del mundo digital. Mollo articula una letra que parece jugar entre la crítica y la fascinación por la comunicación moderna. Sonoramente, Divididos vuelve a sus raíces más funk-rockeras, con un groove juguetón y líneas de bajo que dialogan constantemente con la guitarra.
5. “El faro”
Un momento de pausa emocional. El tema es lento, atmosférico y con un aire de plegaria. La voz de Mollo se vuelve íntima, casi susurrada en los versos. La canción crece a través de capas de guitarras que se apilan con sutileza, sin estallar nunca del todo. El “faro” se vuelve metáfora de dirección, guía y vulnerabilidad.
6. “Mundo ganado”
Uno de los cortes ya conocidos antes del lanzamiento del álbum, y uno de los más potentes. Rock directo, riff frontal, fraseo contundente. Aquí Divididos muestra que aún conserva ese pulso de trío afilado. La letra apunta a la idea de construcción, lucha y conquista propia, con un mensaje de perseverancia que conecta con la lógica de una banda que nunca dejó de recorrer escenarios.
7. “San Saltarín”
Un guiño al costado más lúdico y folclórico de Divididos. Con ritmo veloz y un tono casi festivo, el tema combina rock con elementos rítmicos más orgánicos. La canción toma impulso desde el primer segundo, como si estuviera hecha para explotar en vivo.
8. “Vos ya sabrás”
Uno de los momentos más emocionales del álbum. La canción se construye desde un arpegio cálido que va creciendo de forma orgánica. Mollo está especialmente expresivo: canta con una mezcla de ternura, cansancio y esperanza. La letra parece hablarle a un otro muy íntimo, quizás un hijo, un amigo, o incluso al propio oyente.
9. “Revienta en Mi mayor”
Un retorno al rock potente, con un riff contagioso y un trabajo rítmico impecable. El título funciona como un juego musical y conceptual: la idea de “reventar” en un tono mayor se siente como un estallido luminoso. El solo de guitarra es uno de los más memorables del disco.
10. “Insomnio”
Uno de los sencillos previos, y también una de las piezas más distintivas. El ritmo insiste con una cadencia que evoca la vigilancia nocturna, la mente inquieta, el cuerpo que no encuentra quietud. Las líneas vocales transmiten desvelo y obsesión. Es un punto fuerte del disco y una muestra de la capacidad de Divididos para crear climas sin perder potencia.
11. “Cabalgata deportiva”
Tema ya celebrado por los fans desde su aparición como adelanto. Funciona como puente entre el espíritu clásico de la banda y su versión más contemporánea. Tiene ese motor rítmico característico de Ciavarella, líneas de bajo profundamente melódicas y un Mollo que canta con soltura, dejándose llevar por el ritmo.
12. “Grillo”
El cierre del disco es uno de los más bellos. “Grillo” es una pieza delicada, acústica, que deja al oyente en un estado de contemplación. La letra sugiere silencio, pausa, escucha profunda. Después de un viaje lleno de contrastes, el disco termina con un gesto minimalista, casi de despedida suave.

El disco que tenía que hacer Divididos
Cada canción del nuevo Divididos parece pensada para reflejar una parte del recorrido emocional y creativo de una banda que regresó al estudio no por obligación, sino por necesidad artística. El disco homónimo se siente como una obra honesta, madura y profundamente humana. Conserva la ferocidad rockera cuando hace falta, pero también se abre a fragilidades que la banda ya no teme mostrar.
La sutura de la tapa, el tono reflexivo de muchas letras y la estructura del disco componen un trabajo que dialoga con el presente sin renegar del pasado. Es, en muchos sentidos, el disco que Divididos tenía que hacer hoy.



