Así lo afirma Fabio Lacolla, psicólogo, escritor y músico. En su libro “Estar en banda”, se mete de lleno en entrevistas a músicos desde su rol de psicólogo para investigar de primera mano sobre la vida de estos artistas que deben lidiar con esa dicotomía entre lo que sería el éxito o el fracaso en la profesión que eligieron como forma de vida. El motivo de esta charla fue por otro lado: su pasión por San Lorenzo, el rol de los clubes como una contención social para sentirse identificados porque va más allá del fútbol, la influencia de las redes sociales que nos cambiaron la vida en estos tiempos, la inclusión de la tecnología en el fútbol y todo lo que rodea a un ambiente en que la realidad es muy distinta a lo que debería ser.
Por Gabriel Casas
Esta entrevista exclusiva con Pogo de Rock se concretó en apenas dos o tres mensajes por Whatsapp. Porque con Fabio Lacolla, este periodista tiene una relación de amistad y compartimos la misma pasión por San Lorenzo. Entonces, ¿adónde podía ser la cita para charlas de tantos temas que rodean al fútbol, más allá del juego en sí? En la confitería de la sede del club de Boedo en Avenida La Plata. Sí, lector, acertó la respuesta porque era una obviedad.
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-Fabio, ¿cómo nació tu pasión por San Lorenzo? ¿Fue por herencia familiar o por otros motivos?
-Primero porque nací a diez cuadras del Viejo Gasómetro. Apenas a esa distancia de donde estamos en este momento. O sea que ir a la cancha era como una actividad más. Hay un chabón que tenía una Fiat Rural e iba levantando a los pendejos que estábamos en la vereda, decía: “che suban” y nos traía a la cancha. También por una tradición familiar, pero más que nada por una tradición colectiva, te diría que por el barrio. Claro. O sea, todo el barrio era cuervo.
– ¿Y también ibas con tu familia? ¿Te llevaba tu papá?
-Mi viejo, mi abuelo sobre todo, con el que venía de más chiquito a la cancha. Después ya veníamos con los pibes del barrio. Imaginate que esas diez cuadras, las hacíamos caminando desde pendejos. Me acuerdo de una vez que el padre de un amigo había perdido un encendedor Ronson en los tablones y nos dijo: “vayan al otro día, que si lo encuentran les regalo una pizza”. Y agarramos las bicis, nos vinimos abajo a los tablones y apareció el Ronson en el piso. Y nos dio guita para que vayamos a comer pizza a un lugar de la avenida Asamblea. Así que bueno, viene de ahí, de la familia, de la cultura del barrio y de la cercanía con el Gasómetro.
-Y más allá de esta anécdota que es fabulosa, ¿quiénes eran tus ídolos o tus referentes de chico entre tantas glorias del club?
-Arrancó con el Gringo Scotta porque era un goleador y encima, era fachero. Yo era muy chiquito en la época del Bambino Veira, el Loco Doval y todos esos que formaron al equipo apodado Los Carasucias. También el Sapo Villar, la Oveja Telch o el Mono Irusta. Bueno, después vino Olguín, Orlando Peregrino Ruiz, el Negro Ortiz. Pero Recuerdo que mi ídolo básicamente era Scotta. Yo a veces me perdía el partido por mirarlo a Scotta. Y era como una cuestión de fondo, porque yo creo que perdí mucho de aprender fútbol por seguir jugadores, ¿entendés? O sea, a mí me interesaba más qué le pasaba al tipo en la cancha y no analizaba al equipo en general. Y te agrego otra cosa: yo el primer tiempo iba a la hinchada y el segundo tiempo me colaba en la platea, porque me gustaba disfrutarlo desde otro sector del Viejo Gasómetro.
– ¿En la platea de los niños?
-No. Entraba entre los dos tablones y el enrejado porque me gustaba ver a la hinchada de lejos. Por eso después, con la psicología, me hice especialista en grupos, en observar la masa. A mí me interesaba muchísimo la masa. Pero primero tenía que estar adentro, para entender qué pasaba ahí. Era la época de Cacho Papasso como capo de la barra, me parece. Era muy diferente a las barras bravas actuales. O sea, nos cuidaban. A los pendejos nos cuidaban. Una vez viniendo para acá, había un infartado en la otra esquina. El tipo tirado en el piso, ¿viste? Y yo de chiquito, tendría ocho años, me acerco, solo, y digo, ¿qué le pasó? Y otro hombre me dice: “se atragantó comiendo un caramelo”. Después me di cuenta de que era un tipo que estaba teniendo un infarto. Digamos que me cuidó a mí como diciendo que no le voy a decir al pendejo que es un infarto y prefirió decirme que se atragantó con un caramelo para que no me asuste ante la gravedad de la situación.
– ¿Qué edad tenías cuando San Lorenzo descendió? ¿Cómo te pegó esa situación dramática en términos futboleros?
-Fue tremendo, porque en esa época fue el primer club grande que descendió y fue como un tocar fondo del club.
– Entonces, ¿cómo lo sufriste más que cómo lo viviste, no?
-Bueno, cuando nos fuimos a la B, yo creo que tuve una amnesia. Como que mi mente estuvo en blanco. O sea, me acuerdo del partido, me acuerdo de que estaba en la terraza de mi casa, escuchándolo, y a partir de ahí me quedé en blanco. O sea, si vos me preguntás qué edad tenía, no lo recuerdo, tengo que hacer la cuenta.
-¿Estaba vivo tu padre en 1981?
-Sí, claro.
-¿Y a él cómo le pegó?
-No tanto porque él no era muy futbolero. En cambio, mi abuelo era fanático. De escuchar la radio, de ir a la cancha. Mi viejo no se copaba, de hecho. Era como una catástrofe, ¿viste? Porque vos tratás de entenderlo deportivamente, pero después te das cuenta de que no es sólo lo deportivo. Que hay un montón de otras cosas que hacen que un grande se vaya a la B. Después se dieron cuenta que también era un negocio porque fue una refundación del club. Y en eso nos empezaron a imitar todos los otros equipos. El boom de la hinchada también sirvió para resurgir, ¿no? Hasta el desde las cenizas, como diciendo “más bajo no podemos llegar”. Perdimos la cancha y nos fuimos a la B. Bueno, después vino el fenómeno social de acompañar en el peor momento. El fenómeno superó la catástrofe, porque el fenómeno era haber copado la ciudad y el conurbano, ¿no? Ir a otras canchas también, ser local en todos lados. Gente que había dejado de ir a la cancha, los dos o tres primeros partidos, se le pasó el enojo y empezó a ir y seguir esa campaña. Fue realmente una gesta casi militante, te diría. A mí a veces la política me hace acordar mucho a San Lorenzo en la B, digamos, porque era ir a muerte.
-¿Somos un poco como el país, el hincha de San Lorenzo? ¿Somos como decía ese gran escritor Osvaldo Soriano, también cuervo, en eso de que ser hincha del Ciclón es como una síntesis de la argentinidad?
-Sí, totalmente. Así somos los hinchas de San Lorenzo. Un compañero en las últimas elecciones con el resultado puesto me dijo: “ganó Milei”. No en sentido literal, obvio. Creo que San Lorenzo tiene una antena que capta muchísimo la cultura popular de la gente, de la argentinidad, porque ser hincha de River es fácil y de Boca es súper fácil. En cambio, ser hinchas de Racing y de San Lorenzo es otra cosa. Son los más sufridos, digamos. Pero Racing y San Lorenzo tienen otra cosa. Entonces, a mí me parece que representa más al hincha argentino, el de San Lorenzo o el de Racing, más al pueblo argentino, que un hincha de River o uno de Boca, porque ellos son los más ganadores en la historia del fútbol argentino. Vivieron más alegrías que tristezas.
-Claro, no se vos, pero yo estuve cuando el ex presidente Fernando Miele intentó privatizar el club con ese convenio con la empresa ISL, que después quebró por el escándalo con los sobornos en la FIFA en la adjudicación de las sedes mundialistas.
-Esa también es otra, ¿no? De defender al club, a dar todo el fútbol federado y muchas cosas más a una empresa internacional que después encima quiebra por los negocios espurios para adjudicar las sedes de los mundiales. Esa también fue dificilísima porque no sabíamos que la potencia de la gente podía llegar a generar otro fenómeno. Un fenómeno fue la vuelta de la B. Otro fue la vuelta a Boedo y otra es la lucha para volver con un nuevo estadio al barrio que nos vio nacer. Y esto de no ser una sociedad anónima, de cómo salió a la gente a evitar esa reunión de la Comisión Directiva y por ese motivo sufrieron una tremenda represión policial. Había gente muy mayor Inclusive si mi abuelo hubiera estado vivo, quizás habría estado también en las puertas del Nuevo Gasómetro. Fueron mujeres, también niños y niñas. Y el propio presidente de San Lorenzo, reprimió a sus hinchas que querían impedir que se vendiera el club. Siempre hubo en San Lorenzo niños y mujeres. Siempre fue un club familiar, digamos, ¿no? Los carnavales, toda esa mística. Mis suegros se conocieron en San Lorenzo, también, ¿viste? Como una patinaba y el otro no sé que estaba haciendo en otra actividad social. Entonces, digo, hay algo casi marginal te diría, ¿no? ¡Viste que en la marginalidad hay comunidad? En Núñez no hay comunidad. En La Boca, sí.
– Es que San Lorenzo tiene casi como un grito de guerra eso de “Soy de Boedo”. En Huracán no se grita “Soy de Parque Patricios. River no grita “Soy de Núñez” o incluso su nacimiento fue en La Boca. Y Boca sí, con eso de “Soy de Boca”, pero tampoco hay una canción que diga: “Soy de La Boca”
– Claro, y los hinchas de Independiente y de Racing no cantan: “Soy de Avellaneda”, aunque les cueste más hacer una rima con su distrito de nacimiento. Pero es cierto. Lo que pasa es que a nosotros cuando nos preguntan de qué barrio sos, a mí me alegra esa pregunta porque yo banco el nomadismo. ¿Me entendés? Porque el barrio está dentro de uno, no está fuera. Es un error pensar que el barrio define a la persona. Y es al revés, la persona define la raíz adonde la lleva. Y por otro lado, es que Boedo se convirtió en otro barrio adentro de Almagro. ¿Viste que nosotros nacimos en Almagro, y que después ese circuito de calles se llamó Boedo? Si vos te ponés a pensar, es un perímetro de apenas treinta cuadras. No es como River que empezó en La Boca y terminó en Núñez. Nosotros estamos por acá, digamos. Tenemos una cancha ambulante, si lo querés. A ver, ¿quién tiene una cancha ambulante?
-Respecto a eso, ya metámonos más en el tema de la música. Vos fuiste parte como músico para sumarte con una canción a esta gesta de La Vuelta a Boedo. Te invitaron Los Cuervos de Poe, iniciadores de hacer canciones para apoyar la vuelta al barrio con la cancha incluída. ¿Cómo recibiste esa invitación y me imagino la alegría que te dio, no?
– Fue buenísimo. Ya había tenido un coqueteo, años en la época que Oscar Ruggeri era el entrenador y compuse una canción llamada La Milonga Cuerva, que la pasaban por La voz del estadio en el entretiempo. Me acuerdo de que iba a hacer la canción con una banda, la grabamos, y hubo un almuerzo con Los Matadores y nos invitaron a tocar esa canción. Ver a todos nuestros ídolos ahí, inclusive dos de la banda que no eran cuervos, se hicieron hinchas también. Después, cuando soy convocado por los Cuervos de Poe, la idea era encontrar una canción vieja de la cancha que hablara de la vuelta a Boedo. Y ahí encontramos, con la música de Presente de Vox Dei, eso de que “ya hicimos dos canchas, vamos a hacer tres” Fue cuando reclamábamos por la Ley de Restitución Histórica, que finalmente se votó por mayoría absoluta en la cámara de diputados. Entonces, ahí fuimos a grabarla a un estudio y justo se estaba haciendo el documental “Volver a Boedo”, del director Sergio Criscuolo y vinieron a filmar esa canción. La película se hizo un año antes de tomar posesión de los terrenos. Entonces, ahí Sergio vino a filmar a Los Cuervos de Poe y justo estábamos tocando nosotros. Y ahí pegamos la onda y después cuando fue el festejo por La vuelta a Boedo, hubo otro gesto de enorme generosidad de Sergio porque nos invitó a tocar esa canción en vivo. Yo siempre digo que metimos más gente de Queen en Wembley, porque había más de cien mil personas. Y ahí me junté con mi hijo que tocó la viola, fue algo hermoso. Único.
– Además, tu hijo Santino es fanático de San Lorenzo también.
– Sí, El bajista esa noche era de la banda Superlógico y también es recontra cuervo. Y convocamos a Gabriel Muscio, que es el bajista de Sergio Roitman, otro cuervo más, que justo ese día tenía gira y nos mandó un reemplazo de un pibe que, si bien no era cuervo, vive acá en la calle Las Casas. Así que se dio toda una química ahí de los cuatro, salimos a tocarla y bueno, yo creo que fue uno de los momentos más importantes de mi vida ¿no? Volver a Boedo, tocar para 100.000 personas, estar con la gente que uno quiere.
-Y porque además hubiera sido parte como un espectador más e hincha de San Lorenzo a ser parte de esa fiesta, ¿no?
-Por supuesto. Hacía mucho frío esa noche, no sé si te acordás. Nosotros vinimos a la mañana a probar sonido y nos quedamos acá, no nos queríamos ir, o sea, era como que no nos queríamos perder un segundo de tiempo.
-Sé que por primera vez te metiste con una lista opositora (la de César Francis como candidato a presidente, para intentar cambiar un poco la realidad del club. ¿Qué crees que desde hace una década se está haciendo tan mal y por qué llegó el club a esta instancia de un caos financiero, como si la dirigencia estuviera acéfala, con todas las deudas que tiene el club, un pasivo tremendo y sin logros deportivos importantes después de ganar la Copa Libertadores en el año 2014?
-Bueno, cuando el club pasó de ser un fin a un medio, Hasta la Libertadores el club era un fin en sí mismo, para los dirigentes, para todos. Y en un momento pasó a ser un medio y ahí empezó la transparencia, se empezó a empañar.
-¿Crees que a los dirigentes lo superaron las ambiciones políticas?
-Por supuesto que sí. El oscurantismo, no presentar los balances, y empezar a jugar para sí mismo, digamos. Eso me parece que fue lo que realmente sucedió. Y ahí está también la paciencia infinita que tenemos los cuervos, ¿no? Porque esta gente se tendría que haber ido hace mucho tiempo, y sin embargo, bancábamos no solamente una vez, sino que tres elecciones más Y sí, claro. A pesar de haber sido oposición, yo celebro que en todo caso haya ganado Moretti, que se haya ido esas comisiones encabezadas por Matías Lammens y Marcelo Tinelli. Ojalá que nos vaya bien, digamos, ¿no? Ahora no estamos pasando futbolísticamente por un buen momento. Ahora hay que tirar para adelante. No nos ayuda el país, no nos ayuda la coyuntura, no nos ayudan los refuerzos, pero bueno, de a poco. Creo que un hincha de River en nuestra situación, se infarta. Nosotros estamos acostumbrados porque somos bien clase popular. Somos muy de barrio. ¿Vos viste que los hinchas de San Lorenzo no tenemos guita? No hay tantos empresarios de San Lorenzo. Tenemos más hinchas famosos que empresarios de San Lorenzo que sean con mucha plata y que puedan invertir en el club, desinteresadamente. Bueno, ahí está también el tema, hay que estar muy atento a que la guita que entre y la guita que sale esté muy bien controlada porque rápidamente no resolveríamos todos los problemas.
– Si te doy dos opciones, una es tener la cancha nueva acá y la otra es ganar otra vez la Copa Libertadores, ¿cuál sería tu elección?
-Mirá, yo creo que si ganamos otra Libertadores, podemos hacer una cancha de diez pisos. Entonces, una cosa va de la mano con la otra. Creo que ganando otra Libertadores, la cancha se hace sola. Teniendo una nueva Copa Libertadores, que es el objetivo más importante de esta temporada, seguramente vas a poder hacer la cancha.
– ¿Qué promesa harías en serio, no eso de teñirse el pelo de azulgrana o ir caminando a la Basílica de Luján, cuando pudieras estar en el primer partido de la vuelta de San Lorenzo a Boedo de manera completa?
-Yo no soy muy nostálgico, en el sentido no romántico del término. Promesas tampoco. Yo creo que si tengo que vender un auto lo vendo. Esa puede ser una promesa. O sea, no voy a salir de fierro. Por ejemplo, cuando jugamos contra el San Pablo en un amistoso en el primer partido que fue en el Nuevo Gasómetro, apenas había una tribuna popular y una platea a medio construir.
– Claro, yo también estuve con mi papá y mis amigos de la infancia de Boedo.
– Te cuento algo. Me mudé hace poco de vuelta cerca del barrio. En Parque Chacabuco. y la semana pasada fui a la pileta del parque, porque yo de chico iba a la pileta del parque, pero fui a buscarme, a buscarme en la infancia y no me encontré. Entonces a mí me parece que cuando hagan el estadio acá y esté el primer partido, tampoco me voy a encontrar. Porque va a ser otro estadio. Si me lo ponés como estaba, claro. Ahí sí te hablo de dar un riñón. Pero esto va a ser otra cosa. Va a ser como entrar al Santiago Bernabéu, qué sé yo. O sea, por eso creo que tiene como una cuestión muy simbólica la Vuelta a Boedo, más que real, más simbólica que real. De todas maneras, banco a la Vuelta a Boedo, por supuesto, y ojalá que se pueda dar. Otros clubes hicieron una cancha. Como Estudiantes de La Plata. Nosotros fuimos juntos a ver a San Lorenzo en un clásico contra en un torneo de verano y conocimos esa cancha nueva de Estudiantes, ¿te acordás?
-Sí, además vos me invitaste la entrada como un regalo porque tres días antes había sido mi cumpleaños. Fuimos con tu hijo Santino y Mosquito, otro amigo tuyo cuervo, en tu auto ida y vuelta hasta La Plata.
-Y estuvo buenísimo, viste. Lo que pasa que San Lorenzo, para hacer una cancha, no puede tener la capacidad como la de Estudiantes y menos acá en la ciudad. No es imposible hacer un estadio, no es tan difícil hacerlo. Hay que ordenar las cuentas, tener éxitos deportivos y después con una buena política de ventas de jugadores al exterior.
-Me gustaría que nos embarquemos en la psicología del hincha de fútbol y sobre todo en eso de hay que ganar como sea, ¿no? Del exitismo. Como si alguien en su profesión no es el más exitoso todo lo demás que haga no sirva para nada.
-Eso pasa porque el exitismo que hay alrededor del fútbol, el triunfalismo pareciera ser la única opción. Eso me parece que las nuevas generaciones nos están enseñando de que no es tan así. Uno pensaba que tenía que dejar la vida, ¿no? Los jugadores, la sangre, ¿no? Hoy por hoy es menos pasión, más técnica, yo no creo en la revancha, por ejemplo cuando dicen el fútbol te da revancha es otro tiempo, otro espacio, otro contexto.
-En otras palabras, el fútbol te da otra oportunidad.
-Oportunidad, claro. Excelente, pero no revancha. Que hay que ganar como sea, a mí me gusta ganar. Claro, por supuesto. Y si ganamos la final de la Libertadores con un penal como sucedió, está todo bien. Me hubiese gustado hacer el gol que le hicimos a los franceses después de esa gran jugada que terminó Di María. Pero bueno, también es lo que podemos, ¿no es cierto? Igual hace mucho que San Lorenzo no juega bien. Entonces, viste, el último partido de local ante Unión, no aplaudíamos un caño, o una jugada asociada en ataque que no fue gol por un pelito. No, aplaudíamos cuando un defensor anticipaba. Por ejemplo, a Romaña que tuvo un partidazo, aplaudíamos eso. ¿Me entendés? O sea, no podemos aplaudir un córner, no podemos aplaudir un gol y bueno, aplaudimos en anticipación. ¿Por qué? Porque la gente también va a hacer catarsis a la cancha, Entonces, cuando no entra la pelota en el arco rival, por lo menos festejamos que tampoco entró en el nuestro.
-Totalmente de acuerdo. Referido a eso, también creo que Insua hizo un muy buen trabajo en San Lorenzo, porque lo agarró en el momento que estábamos haciendo cuentas para no irnos al descenso y junto a un montón de pibes surgidos de las inferiores, nos clasificamos primero a la Copa Sudamerica y la jugamos la temporada anterior y en la actual vamos a volver a disputar la Copa Libertadores. ¿Vos opinás lo mismo?
-Seguro. Otro entrenador ya no seguiría en San Lorenzo o estaría mucho más cuestionado con este presente. El exilio a Insua lo hizo sabio, porque volvió siendo un hábil declarante que antes no era. Y a mí me parece que la distancia que él puso con el fútbol argentino, le hizo muy bien porque lo hizo madurar muchísimo. Él viene haciendo un muy buen trabajo con lo que tiene. También es cierto que el umbral de tolerancia de los hinchas está cada vez más bajo. Pero también, por otro lado, yo creo que el fútbol tiene que ser situacional, no histórico emocional, porque con ese criterio pediríamos al Sapo villar que vuelva, ¿me entendés? Entonces a mí me parece que hay ídolos por ejemplo, yo estoy en contra de esto, de esta cosa del ídolo en la cancha, viste por ejemplo Blandi, o sea a Blandi había que agradecerle y hasta hacerle una estatua si quieren, pero afuera de la cancha.
-¿O como la última época de Ortigoza como jugador que no estaba para rendir físicamente por el ritmo y la fricción con la que juega en el fútbol argentino? Nadie te regala un metro y ya no respetan a las trayectorias de ciertos futbolistas.
-Por supuesto. Y a mí me parece que ahí hay una falsa humildad, donde el ídolo se termina martillando el pie, ¿me entendés? Porque el ídolo tiene que tener, como ídolo, el tiempo necesario para decir hasta acá llegué y no estar robando un año en un banco de suplente. Porque si querés robar en un banco, andá a robar algún Banco de capitales extranjeros, no en nuestro club. Y lo de Insua me parece que es un tipo muy paciente, que a mi entender me parece que tal vez le falte un poco más de charla individual con los jugadores, porque yo ya he escuchado que muchos jugadores dijeron: “no, yo no hablé con él”, cuando los sacaba del equipo titular o no los ponía ante el nivel bajo de otro. Sin embargo, más alá de ciertas críticas puntuales, es cuervo. Tiene clarísimo lo que es el club, lo conoce de pe a pa, y a mí me parece que es el técnico que necesitábamos, y es el técnico que necesitamos, hasta que los resultados, como en el fútbol, van a dictaminar si sigue mucho tiempo o si tiene fecha de vencimiento.
-Te cambio de tema, ¿estás a favor de una mayor inclusión de la psicología en el fútbol? O sea tener un área exclusiva con un director y varios profesionales para que estén cada uno o una en cada categoría desde la más chica hasta la Primera División?
-Sí, por supuesto. Más en las inferiores que no se ve tanto como en el equipo profesional. En las inferiores y en el retiro. O sea, de los 20 a los 30, tiene que jugar porque ahí manda el cuerpo. Pero en las inferiores y en el retiro, o sea, de los treinta y pico para arriba, ya el cuerpo tiene otro protagonismo a la hora de iniciarse por un lado o retirarse por el otro, es fundamental el trabajo de la psicología en las inferiores y cuando los futbolistas terminan sus carreras.
-¿Cómo crees que se gestó el tema de que la hinchada de San Lorenzo es reconocida no solo acá en la Argentina, sino mundialmente como la hinchada más creativa en sus canciones? Porque la realidad es que yo me acuerdo que en el 74 cantábamos eso de “no tenemos delanteros, no tenemos defensores, no tenemos un carajo, pero igual somos campeones”.
-Era otra época también de las canciones en el fútbol, ¿no? De algún lado salió esa idea de cantar esa canción. Hoy está todo más en las redes sociales, pero yo me acuerdo que en la hinchada nos daban los papelitos con la letra. Había una organización al respecto. A mí me parece que la hinchada de San Lorenzo es creativa porque siempre fue muy organizada. Vertical, ¿no? Verticalista. Por otro lado, yo creo que una hinchada horizontal no puede ser organizada. Siempre fue muy organizada y estuvo buenísimo porque de ahí nació esa creatividad. En ese sentido, nuestra hinchada es un poco oriental. Viste que hay un haiku que dice: “hoy me levanté y estoy muerto ya no me importa más nada”, algo así como diciendo todo lo que viene es afano en el buen sentido de la palabra. Entonces nosotros, como ya sabemos que podemos llegar a sufrir, ya estamos liberados del exitismo y del triunfo. Y eso es lo que nos permite ser creativos. Claro. Vos viste que, en general, las masas populares son mucho más creativas que los empresarios. Los empresarios son creativos para hacer plata, pero las masas populares son los generadores de cultura.
-¿Crees que el fútbol, más allá del tema de que quieran imponer las sociedades anónimas, no está ya gerenciado por abajo? Por los negocios turbios, la falta de trasparencia en la venta y compra de jugadores, por los representantes con tanta influencia que buscan a pibes de 12 o 14 años para llevarlos a Europa en un arreglo con su familia o que presionan mucho a la hora de firmar el primer contrato y una cláusula de rescisión millonaria para cuando lleguen las grandes ofertas de los clubes más poderosos del exterior.
-Eso está instalado, y contra eso, viste, qué sé yo, Es muy difícil no dejar la puerta entreabierta para que un representante se meta. Tenés que tener una autodeterminación y una espalda enorme y te tiene que ir bien, porque vos podés negociar club a club, pero si te va mal se complica. No sé si son más necesarios los representantes, pero lo que sí te digo es que por un lado dicen que no a las privatizaciones en los clubes, y por el otro lado dejan la puerta entreabierta como para que se vayan metiendo es una sociedad anónima y en un gerenciamiento de hecho. Ahora, por otro lado, ser socio. Sí, es pagar para ayudar al club e ir a ver cualquier actividad deportiva o disfrutar de sus instalaciones. Pero, ¿qué nos garantiza? Porque vos me decís, nosotros sacamos a la dirigencia anterior, nos comimos la del año pasado que nos suspendieron las elecciones, entonces digamos, somos socios del club, tenemos votos, ¿pero hasta adonde? No somos los dueños del club como tendría que ser en una sociedad así. Ahora se está armando la defensoría del socio, entonces ahí me parece que por ese lado puede empezar a funcionar.
-¿Cómo creés que es la influencia de las redes sociales en los futbolistas, en los entrenadores, en todo lo que rodea al fútbol?
-Yo creo que la única red que le tiene que interesar a los jugadores es la del arco. Y las redes sociales me parece que son una trampa. Sí es una trampa, es una fake. Las redes sociales están haciendo mierda eso, digamos, ¿viste? Claro. Entonces, a mí me parece que los jugadores que están pendientes de eso no están entendiendo cómo es la realidad del fútbol en la actualidad. La dirigencia anterior no permitía que los jugadores den notas. Y eso se resuelve yendo a hablar con el jugador. Viste, decir, che, loco, ¿qué onda con esto? No es un trascendido. Viste, como decían antes, es un trascendido. Con eso se mata la red. Claro, como que queda todo adentro. Entonces me parece que siempre es mejor hablar que callarte, porque la red es pura conjetura. Imaginate que el hincha que por ahí no tiene el día a día del club se come una noticia falsa respecto a la profesionalidad y el cuidado personal de un deportista de élite de su club. Eso se soluciona con un aceitado mecanismo de información.