
Araceli Julio, reconocida por su trayectoria como vocalista de Satélite Kingston y su lucha por el acceso a tratamientos oncológicos, falleció anoche a los 39 años en el Hospital Central de San Isidro. Su muerte fue confirmada este jueves por sus compañeros de banda, con quienes compartió más de dos décadas de música.
Conocida artísticamente como Julia, Julio nació en La Plata y fue madre de un hijo y una hija. En los últimos meses se convirtió en una figura pública no solo por su voz distintiva dentro del ska argentino, sino también por haber denunciado la interrupción de su tratamiento contra un cáncer agresivo a causa de los recortes en salud implementados por el Gobierno de Javier Milei.
En enero de 2024, la artista hizo su primera denuncia pública: la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE), dependiente del Ministerio de Salud, había interrumpido la provisión de sus medicamentos. A partir de entonces, su historia generó una ola de solidaridad que incluyó festivales, colectas y el acompañamiento de organismos de derechos humanos. Con esos fondos, logró iniciar un recurso de amparo, que ganó. Sin embargo, el Estado apeló, y los medicamentos no llegaron a tiempo.
El pasado 5 de julio se realizó un último festival en su honor. Para entonces, el deterioro de su salud ya era visible, aunque se mantuvo acompañada de familiares, amigos y colegas.
“Es imposible transmitir lo que sentimos en estos momentos, pero quienes compartimos veinte años con ella…”, comienza el comunicado de Satélite Kingston, donde la recuerdan como una compañera luminosa: “Hacíamos música, riendo, creando, viajando, conversando de temas profundos o bromeando sobre trivialidades. La extrañaremos como quizá aún no sabíamos que se podía extrañar a alguien en esta vida. Solo nos reconforta saber que tendremos siempre muy presentes la dulce compañía de los recuerdos y también los registros de su voz, su sonrisa, sus canciones”.
Además de su recorrido junto a Satélite Kingston, Julio desarrolló un proyecto solista bajo el nombre La Bicicleta de Saturno, con el que editó tres discos. Su voz dulce, filosa y reflexiva le abrió puertas más allá de la escena local: fue escuchada con entusiasmo en Chile, Brasil y México.