
Por Daniel Accornero
En diálogo exclusivo, Sergio Prada repasa el presente de Campedrinos: la vida en las giras, el desafío de cuidar la voz, la importancia de las canciones propias, el costado romántico que conquistó a millones en YouTube, el rol de las redes sociales y las colaboraciones con grandes referentes y artistas jóvenes.
El ritmo de Campedrinos es arrollador. Más de 80 shows en un año, miles de kilómetros de ruta y teatros llenos en cada provincia del país. Sergio Prada, una de las voces del dúo junto a Agustín Fantili, se toma un respiro para repasar el camino recorrido. Habla con la calma de quien entiende que detrás de cada escenario hay disciplina, profesionalismo y mucho aprendizaje.
—¿Cómo se sostiene un ritmo de tantos shows seguidos?
“La voz es lo más difícil de sostener en la gira. Los instrumentos de última se manejan, pero la voz depende del descanso, de la hidratación, de comer bien. Nos cuidamos mucho, aunque a veces tienta el desorden. El fin de semana pasado hicimos cuatro shows seguidos y el único tiempo libre fue para dormir un par de horas. Eso hace que la voz rinda, aunque a veces uno esté engripado o cansado. Igual, la adrenalina del show te hace dar más de lo que pensabas”.
Ese profesionalismo también se refleja en la evolución artística. Si en los primeros discos apenas incluían una o dos canciones propias, hoy Bipolar —el quinto álbum de estudio de Campedrinos— tiene ocho de diez temas compuestos por ellos.
—¿Cómo fue ese paso hacia las canciones propias?
“Fue algo natural. Las que quedaban en la gente eran las nuestras: Bailarina Carpera, Festivalero, Casi Algo. En este disco estábamos muy inspirados y nos animamos a mostrar casi todo material propio. Lo loco es que muchas canciones nacen en medio de la gira, en la camioneta o en un hotel. Una frase, una situación, y ya tenemos el radar prendido. ‘Casi Algo’ salió de un chiste en una juntada y terminó siendo viral en redes y grabada con Los Nocheros”.
El costado romántico es otro sello de Campedrinos. El video Zambas Románticas supera los 20 millones de vistas en YouTube y se transformó en una bandera de su repertorio.
—¿La gente los identifica más con lo romántico que con lo festivalero?
“La gente lo pide siempre. No es que seamos románticos en lo personal, pero sí cantamos zambas románticas que conectan con la emoción. Igual, no nos quedamos solo ahí: también tenemos chacareras bien arriba y zambas carperas. Por eso decimos que somos románticos y festivaleros. Esa mezcla nos define”.

El impacto digital es innegable. Reconocidos por Spotify como la banda de folklore más escuchada de la plataforma, Campedrinos supera los 150 millones de reproducciones.
—¿Las redes sociales fueron clave para crecer?
“Siempre nos gustó subir contenido. Muchos nos conocieron por YouTube o Spotify. Lo digital se traduce en analógico cuando en los shows la gente canta lo que se viralizó. Nos encanta porque muestra la carrera desde distintos ángulos”.
Ese ida y vuelta con el público también revela un detalle clave: la amplitud generacional.
—¿Quiénes son hoy los que más los siguen?
“En los teatros vemos madres con hijos, abuelas con nietos, adolescentes y chicos. Eso rompe el mito de que el folklore es solo para la gente grande. Queremos que cruce generaciones, que sea familiar”.
Las anécdotas de gira no faltan. Sergio recuerda una en particular: “En Tucumán, en pleno invierno, el festival había empezado a la tarde y a la una de la mañana la gente seguía firme. Habían cavado un pozo en la tierra y puesto brasas para calentarse. Ese fervor es increíble y muestra la cultura popular que todavía late fuerte en el folklore”.
El camino los llevó a compartir escenarios con referentes históricos y con artistas de la nueva generación.
—¿Qué significan esas colaboraciones para ustedes?
“Pudimos cumplir sueños al grabar con Jorge Rojas y Los Nocheros, con El Chaqueño Palavecino o Facundo Toro. Y también compartir con Milo J fue una locura en el Movistar Arena. Lo de Agustín Bernasconi fue inesperado: nos escribió con la idea de hacer + Zambas Románticas y dijimos de una. Quedó tremendo. Nos encanta compartir porque expande el género”.
El 6 de diciembre los espera un desafío especial: volver al Teatro Ópera de Buenos Aires.
—¿Qué significa volver al Ópera?
“El año pasado fue un sueño. Ahora vamos con disco nuevo, show renovado y muchas ganas. El Ópera es un lugar increíble y sentimos que en Capital tenemos un público fuerte. Es una revancha para mostrar lo mejor de nosotros”.

Más allá de Bipolar, el grupo ya piensa en lo que viene.
—¿Habrá música nueva pronto?
“Aunque lanzamos el disco este año, tenemos dos canciones grabadas que todavía no salieron. Queremos sacar al menos una antes de fin de año, en colaboración con una artista de otro género. También nos gusta la dinámica de los singles, que hoy conecta mucho con la gente”.
Antes de despedirse, Sergio se detiene en la esencia de Campedrinos: “Si estuviésemos en el diccionario, diría: banda nueva de folklore argentino, romántica y festivalera. Canciones que pueden calmarte el alma o invitarte a bailar. Ese es nuestro sonido y nuestra manera de vivir la música”.