El guitarrista y cantante de Pez cumple cuarenta años como músico y nos cuenta como lo vive en una entrevista exclusiva con Pogo de Rock. “La idea es que siga significando algo subirse al escenario, que no sea una obra de teatro, una representación. Que no sea algo como si te fuera una máquina que subiese y al tocar un chip. tocás”, afirma el ex integrante de Los Fabulosos Cadillacs. A Minimal se le juntan todas las sensaciones porque este fin de semana, junto a su banda, tocan para festejar sus treinta años. La cita es este sábado 16 de diciembre en Vorterix.
Por Gabriel Casas
Ariel Minimal no anda con vueltas por la vida. Cuando le escribí por whatsapp para arreglar la entrevista, me respondió: “mañana a la tarde paso por tu casa y la hacemos”. Obvio que su relación de amistad con
mis hermanos hizo que todo fuera sencillo y además la cercanía desde su casa a la nuestra haya sido el incentivo perfecto. Le hice el chamuyo de que la hacíamos en un ratito y estuvo contándome durante más de media hora como es eso de ser un laburante de la música y a la vez no perder el disfrute que le provoca todavía subirse al escenario.
¿Qué sensación te sigue provocando la música antes de salir a tocar? ¿Hay nervios después de tantos años de carrera o ya es algo tan natural que sabés que saldrá todo como lo sentís o como ustedes lo
preveen?
No, primero que cada show es diferente. No es siempre la misma sensación. Hay como una ansiedad y una cosa del escenario, pero hay shows que son a las 21, hay shows en algunos lugares que tenemos que tocar a las dos o tres de la madrugada y estás dormido. Hay como un montón de situaciones diferentes, diferentes conciertos, pero sí me sigue provocando una ansiedad. La idea es que siga significando algo subirse al escenario, que no sea una obra de teatro, una representación. Que no sea algo como si fuera una máquina que subiese y tocás un chip y tocás. A mí me gusta cuando no es una representación, cuando realmente está pasando eso en el momento. Y bueno, se apunta a eso, pero no siempre tampoco. Con Pez llevamos 30 años. En 30 años te pasa de todo, todo fluctúa, no es lo mismo. Hay shows que son gloriosos, hay shows que no son tan gloriosos. Hay situaciones internas que están bien, otras que están re mal, pero siempre tenés que salir a tocar. Y bueno, eso hace que cada show también sea diferente, que sea un momento real.
¿Sabés por qué lo pensaba esto? No solo por ustedes, por Pez, porque ya hace 30 años que están en carrera. A veces veo imágenes antes de los partidos de la Champions, de cosas del
Barcelona, mismo a Messi lo seguía siempre, ¿viste? Messi vomitaba antes de salir a jugar. O sea que el tipo tiene una procesión interna de muchos nervios. Quizás lógico, porque al futbolista también
le produce un cosquilleo, sea el partido con quien sea. ¿Ante cada show, vos seguís
teniendo esos nervios como si fuera el primero?
Sí, sí, el miedo escénico no se termina nunca. Para mí, no se termina nunca. Siempre estoy al borde de olvidarme la palabra que viene, que tengo que cantar, o el acorde que sigue. Siempre estoy como un
malabarista de esquina, ¿viste? Con tres, cuatro bolas a la vez, tratando de atajar todo, la guitarra, cantar la letra. Eso requiere una tensión, creo que es algo medio como instintivo, no sé cómo explicarlo. Porque de lo contrario, si te pones a pensar qué es lo que sigue, te paralizás, ¿entendés? Es muy fácil que ocurra eso. Entonces hay que lograr cierta cosa, como un poco de instinto animal, ¿viste? Como, no, ¿qué sigue? No sé, ya, va. Mi lengua lo va a decir, mi lengua va a decir la letra y mis dedos van a tocar lo que tenga que ser. Hay otros que no, hay otros que luchás y lo sacás adelante, y hay otros que luchás durante todo el concierto. Sí, son diferentes acercamientos a un show. La misma canción la podés tocar luchando en un show, tratando por hacer llevar algo que no está funcionando bien desde el sonido, desde el audio, desde el feeling con la gente, no sé qué. Y el show lo llevas adelante igual. Y hay otro que estás súper cómodo, relajado, expandiéndote. A lo largo del tiempo, tenés diferentes tipos de conciertos. Pero está bueno eso, lo mismo que te dije antes, para mí lo importante es ser consecuente con el momento, con lo que está pasando en ese momento, estar ahí, estar ahí presente y no ser una carga. Y no actuar de peso, no decir, bueno, a ver, que no sea una representación, como que realmente estemos sintiendo en el momento lo que estamos haciendo, pasarla bien, disfrutar, tratar de conectar entre nosotros, si podemos con la audiencia.
-¿Te pasaba seguido?
Sí, obvio. Y algún momento te pasa de decirte, «me quiero ir a la mierda, no sé, hoy estoy mal, no me banco». Solamente que tengo un problema físico. Nada más. He abandonado escenarios por problemas
físicos, mal timming. Claro. En realidad es un lugar donde, después de tantos años, he logrado estar cómodo en el escenario. Es un lugar donde estoy cómodo, estoy tranquilo, ahí no me corre nadie.
¿Por qué crees que te llevó tanto tiempo sentirte tan cómodo? ¿O nunca lo terminás de descubrir?
No, creo que nunca terminé de descubrir el asunto del escenario. Es la relación tuya con el escenario, con el ser visto, ponerte ahí para que te miren y eso, cuando es un lugar especial, no depende de lo que quieras, pero puede ser muy incómodo también. Vos estás ahí expuesto, te preparás para que te miren todos. Por eso con los años aprendí a relajarme y a entender qué es lo que estoy haciendo yo en ese lugar, más allá de la mirada, de todo lo que hay abajo.
-Vos empezaste tocando en una banda que hacía punk. Cuando yo iba a ver a Sumo una vez lo escupieron a Luca en Obras, en Llegando los Monos, y Luca se bajó, se peleó con el chabón, primero le dijo que no lo escupiera, como el chabón lo siguió escupiendo, se bajó del escenario, en ese momento no había mucha seguridad para Sumo, se peleó con el chabón, volvió y siguió cantando y lo insultaba mientras cantaba. ¿Te pasó algo parecido en tus comienzos?
No, en realidad yo tenía como un ida y vuelta con el público, si alguno me decía algo decía, pará, ¿qué gordo? Gordo mi choto, le decía, no, ¿qué te pasa, boludo? ¿De qué me hablás? Pero no, problemas serios no.
-¿Los músicos sienten la necesidad de mandar un mensaje con sus letras o eso es una cuestión de egos?
Egos. Hay músicos que dicen, con esta letra, estoy mandando un mensaje no sé, subliminal o lo que sea. Hay una comunicación, con la letra, siempre. Hables de lo que sea, estás comunicando algo. Y del otro lado va a haber un receptor. Y ahí entra. El chiste es ahí porque uno emite, pero el que recibe andá a saber qué carajo recibe. Cada uno tiene un decodificador diferente. Entonces muchas veces lo que vos estás tratando de expresar, el otro lo recibe de otro modo. Cuando es algo tan sutil y tan poco lineal y claro, no puede existir esa diferencia en la comunicación. Pero bueno, el arte también va por ahí. Por lo menos es lo que más me interesa a mí, que no es tan obvio o panfletista. No, yo digo que hay músicos que dicen este tema va a ser un himno para mí. Y capaz que la gente lo recibe. O el ejemplo de Los Redondos. Cada una de las letras del Indio. Yo he escuchado 15 personas que dicen diferentes cosas sobre un mismo tema. Es lo que decías recién. Vos querés contar algo, porque es obvio. El que recibe toma lo que quiere, lo que le toca.
-¿Pez es la banda que siempre soñaste con tener o con ser parte?
No sé si alguna vez soñé algo. Sí me acuerdo cuando empecé Pez, que ya está, no quiero, yo ya había pasado por un par de bandas y siempre estaba empezando de vuelta. Tenía una banda, tenía dos años, me separaba, empezaba otra, dos años. Cuando empecé Pez, dije, ya está. Haga lo que haga, va a ser Pez, porque si no estoy todo el tiempo empezando de vuelta. Ese fue el único plan que hubo. Es una situación orgánica, es un ente con vida propia. Tuvo diferentes personas que se unieron a la banda a lo largo de los 30 años y si sumamos a todos los músicos, seríamos unos trece o catorce, no sé. Entonces es algo medio orgánico. En diferentes momentos tuvo diferentes formas, hablaba de diferentes cosas, sonaba de diferente modo. Así que no, soñar no lo soñé nunca, pero yo sabía que quería tocar toda la vida, siempre quise tocar la guitarra y cantar. Y me pasó esto. Esta es mi estación final. Con este grupo, quiero que sea, no sé si estación final, pero quiero que este grupo sea para largo. Es que fue una idea, primero desde lo práctico. Quería que algo vaya creciendo. Aunque cambie de personal, de forma, de sonido. Nos terminó pasando eso. Fue algo diseñado que la banda sea así. Y aparte, a ver, aunque es lógico que es un trabajo. La música es tu placer, pero también es lo que te da de comer. Estás de gira.
-¿Cómo es la historia? ¿Hay que tomarlo como un trabajo todo el tiempo o cuando es necesario?
Nada más cuando es necesario porque si no te come el gorro, ¿no? Es que es todo parte de lo mismo. Uno hace esto porque ama hacerlo, porque necesita hacerlo. Nosotros a veces vamos a los shows, vamos manejando en dos autos, hasta allá, cargamos las cosas. No es una situación rockstar. Y son las dos cosas. Es el deseo, es lo que queremos hacer, lo que siempre quisimos hacer, que es tocar en cualquier lugar, ir y tocar, lugares que no fuimos nunca, ir y tocar. Y a la vez te estás durmiendo en un hotel, te tenés que despertar a las siete y media de la mañana, que seguís viaje para otro lado. Es un laburo también. Hay que tomarlo como un laburo y con la responsabilidad de un laburo. Es todo. Yo siempre lo que aspiré es a que sea todo. Hago música porque quiero y para hacerla tengo que salir a tocar, trabajar y lograr que eso sea un trabajo y sea un sustento para mí para poder seguir haciéndolo. Es toda una rueda. Y te sigue encantando salir de gira. No te estoy diciendo de tocar en lugares por acá, sino a la ruta y vamos. Obviamente, me sigue encantando ir a tocar en todos los lugares, tocar en diferentes lugares, para diferentes personas, ver caras nuevas.
-¿Qué es lo mejor y lo peor de ser músico?
Lo mejor supongo que es cierto momento en el cual podés ser consciente. Es difícil explicarlo. Algunos momentos en los cuales logro ser consciente. Solo en algunos momentos logro ser consciente de
que estoy ahí en plan antena. De que no estoy yo siendo algo, sino que hay algo que pasa a través de mí, se conduce, se manifiesta, suena, toca, canta y dice de algún modo.
-Pero la pregunta era: ¿eso es lo mejor o lo peor?
Cuando me doy cuenta, cuando fluye, cuando estás cómodo y fluye, no hay una cuestión intelectual tuya por medio, sino que estás tocando y la conexión con compañeros de banda. Ahí ya es algo más lo que
hace cada uno. Se está pasando algo nuevo. Esos son los mejores. Y lo peor es que comemos muy mal los músicos. Comemos siempre pizza. Necesitamos un cambio de menú con los músicos. En los lugares donde se come mejor comida. O incorporar un nutricionista a la banda. Que nos den alguna otra opción, por favor. Ahí tocaste un tema que me interesa. Porque hay muchos lugares ahora que yo voy, de hecho, a un lugar que es para que los músicos toquen, pero en realidad el verdadero negocio se lo lleva el lugar. Y los músicos tienen que llevar la gente y todo. Según el lugar, la noche es tremenda. La noche, todo tiene que ver con la venta de alcohol. Y los lugares se mueven para eso. Después lo otro es para que vengan hasta acá, hacemos que toquen unos. Y la gente cuando viene acá, escabia. Pasa por ahí. El tema es cuando quieren morder demasiado de la cultura del músico. Ellos no reparten lo que genera la venta de alcohol con el artista. Pero a veces comen demasiado del porcentaje del show. Hay de todo. Yo vendí entradas con mi primera banda llamada Descontrol. Participamos de un festival en 1987 que se llamaba Subterrock. Lo hacían en Paladium. Y nos hacían vender entradas para tocar. Y lo hicimos. Esa vez sola lo hicimos. Y yo estaba disconforme con la situación. Y me acuerdo de hablar con los pibes y decirles: loco, nunca más. No se paga para tocar. Y nunca más, obviamente. Después, tras cuarenta años, sigo siendo mi propio productor. Tengo que alquilar un teatro, alquilar las luces, alquilar un montón de cosas. Si la gente viene, la recupero y gano plata. Si no viene, estoy pagando para tocar. Entonces, a veces es relativo.
¿Es un orgullo haber sido parte de Los Fabulosos Cadillacs? ¿O a esta altura te jode que te pregunten por eso?
No, no, no. Es un orgullo. Estuvo buenísimo. Quedaron esos discos. Fue una época interesante, una época divertida de la banda. Y quedó registrado ahí. Y estuvo bárbaro. Yo tengo buenos recuerdos de la
experiencia. Al contrario. Es una banda muy popular, hay un montón de gente que seguramente me conoció como personaje, como guitarrista, obviamente, por tocar en los Cadillacs. Así que agradecido
siempre a la situación esa que se dio en ese momento. Genial.
-En Wikipedia, porque te dije que te investigué, cuando se pone tu nombre aparece que sos tenor. ¿Te hace pensar? ¿Sabías eso?
Lo había leído también. La pucha, tenor. No, habrá un rango. Minimal y Domingo, Carreras, ¿no?, jaja. ¿Sabés qué pasa? Es tu tono de voz. Quizás vos también seas tenor. Ah, no lo sé. ¿Entendés lo que digo? Es un registro vocal, sí. Eso lo sé. Los diferentes registros de las mujeres tienen un nombre y ya cuando entran en el terreno de las voces masculinas tienen otros diferentes rangos. Y tenor es un rango, es que la voz va de acá hasta acá. Sí, hasta donde llegás. Es eso, no hablas de ningún tipo de destreza para el cantar. Pero la verdad me llamó la atención. Claro, porque dice tenor. Alguien puso eso, es un delirio.
-¿Los músicos tienen que tener una posición política?
Nadie está obligado a nada, ni el músico ni nadie tiene por qué tener una posición política. Hay gente que le interesa eso, que toma posiciones, y otra, enuncia y obra desde ese lugar. Hay gente que no, que no toma posiciones políticas. Lo que pasa es que también una posición política es un modo de hacer las cosas, es un modo de comunicarse con el otro. Yo que sé, todos de algún modo tenemos una cuestión política, pero ya en plan más estructural y demás no es necesario, ni un músico ni nadie que tenga que tener un pensamiento político.
Aparte eso te puede jugar a favor o en contra. Más en contra quizás que a favor.
Nadie está obligado. Es eso. Después sí, hay un montón de gente que adhiere a cierto grupo de ideas, que son las que están vigentes en cada momento. Y bueno, unos lo ponemos acá, otros lo ponemos allá, decimos cosas. Funciona por ahí, pero no es obligatorio, me parece.
-¿Alguna vez pensaste o dijiste no toco más y enseguida te diste cuenta de que vas a seguir tocando hasta que te lleve la parca?
No toco más, no. No lo dije nunca me parece. Sí, hay como una fantasía de decir no toco nunca más, vendo hasta el último pedal que tengo y me pongo una cortadora de fiambre ahí en un lugar, no sé.
Está como esa fantasía, pero nunca me ha ocurrido hasta ahora. Me sigue interesando. Lo que me sigue divirtiendo es que no conozco demasiado otras cosas, soy básicamente el mismo desde que tengo
quince años. Hago lo mismo, toco la guitarra, hago canciones y salgo a cantar por ahí. No conozco otras cosas y me sigue gustando esto que hago. Entonces no tengo pensamiento diciendo que tengo que
hacer otra cosa, tengo que cambiar o dejar de hacer esto.
-¿Qué significó para vos tocar con Litto Nebbia? ¿Creías que un pionero del rock nacional te iba a convocar para ir a tocar con él?
No, la verdad que no. Siempre recuerdo un show que hicimos con Litto en que el baterista que tocaba con él en esa época, el Negro Colombres, no pudo venir, y vino a hacer el show Rodolfo García, que era el baterista de Almendra. En ese show me acuerdo de estar tocando, y estaba Nebbia, atrás estaba Rodolfo García, y toqué todo un concierto, y no lo podía creer, estaba flasheado. Realmente, ese día, era un show, no sé si en un casino, en un lugar de la Patagonia. No lo imaginé, cuando ocurrió, ocurrió de un modo tan natural, de modo en que nos conocimos y pegamos onda con Nebbia. Hasta el día de hoy seguimos tocando juntos, me sigue convocando para algunos eventos, para algunos discos, y yo siempre agradecido, me gusta mucho su música, y nada, es buena onda, la pasamos bien.
-Y dentro del ambiente musical, ¿Al nivel de quién está Nebbia, por ejemplo? ¿Al nivel de Charly, Spinetta, los más grosos?
Yo no voy por ahí. Digo, porque no tengo una experiencia, no tengo una escalera, ni un ranking. Eso no me interesa, pero me parece que está claro que Nebbia, desde el principio, dejó la vara siempre muy
alta, y siempre moviéndose, siempre haciendo. Fue el primero en salirse de lo establecido. Tocando con Los Gatos era súper exitoso, y empieza a hacer otra música, juntarse con folckloristas, juntarse con
músicos de jazz. Buscar música por un montón de lados, pasarla por su tamiz, la música de la bossa nova brasilera, la música que le gustaba a él de Inglaterra de los sesenta. Entonces, un montón de música, también a lo largo de los años, la tamizó. A mí no me interesa la cuestión. Para mí es el más groso, pero hay un montón de músicos grosos. Eso, lo bueno, lo lindo es eso, pero no es como Huracán, que
tengo que ser de Huracán y no puedo ser de otro, ¿entendés? Yo disfruto de la música de Nebbia y disfruto de la música de Miguel Mateos, de la música de Javier Martínez, de la música de quien sea,
me gustan todos, no pasa nada. Me parece que hay que salir de la cuestión esa de o una cosa o la otra. Litto hace muchísimos años que es un artista independiente. Ahí está. Y ahí hay una cuestión también,
¿no? De dónde se pone, dónde se alumbra y dónde no se alumbra. Pero el tipo estuvo trabajando siempre y siempre está sacando, no solamente una cantidad de discos de su música propia, sino sacando
todo el tiempo discos de otros artistas, con su sello Melopea. Me parece que la relación de, no sé, la cultura argentina de los últimos cincuenta años, que esté siempre presente de un modo. Activo y relevante, viste, es notable. No me parece que sea moco de pavo. Charly, Spinetta y Cerati son artistas más populares. Y aparte de los tipos que, mismo los que nombraste, Charly se saca el sombrero ante
Litto. Todos. El puntapié inicial de Los Gatos fue algo descomunal. No podés dejar eso de lado.
-Empezaste en 1985 con la banda Descontrol. ¿Sos consciente de que en un par de años se cumplen cuarenta en un escenario por primera vez?
Es tremendo para cualquier carrera. No solo para un músico. Hay carreras que no podés eso. Capaz que es cambiar, no usar la palabra carrera para esto, sino como forma de vida. Es lo que hago yo. Lo que pasa es que es inevitable. Evidentemente me gusta hacer esto que hago. Me sigue produciendo placer. Adrenalina, melatonina, no sé. Algo me produce que mi cerebro quiera seguir
haciendo eso, que siga pensando una canción nueva, que siga pensando cómo se puede llamar el próximo disco. No sé. A mí, la verdad, me enorgullecería. En el sentido no del ego. Decir, ¿cómo
banqué tanto tiempo? No pensás que son cuarenta años. Fue toda la vida. Y ojalá sea lo que quede de vida también hacer esto, porque es lo que nos gusta hacer.
-Y encima sos joven. Porque con cuarenta años de músico, pensás en un tipo que tiene sesenta o setenta…
Es que empecé desde muy pendejo.
-¿Y por qué tan de pendejo? ¿Qué fue? ¿Te gustaba ya de movida?
Aparte es justo de los ochenta. Si en los ochenta no te gustaba el rock and roll, te gustaba el punk
rock. Tenía 15 años y había descubierto el punk rock. Y estaba prendido fuego. Y me divertía juntarme con un par de amigos del barrio y otro chabón que le gustaba el punk rock que habíamos conocido y formamos una banda.
-¿Y estudiaste música o fue directo?
No, yo aprendí guitarra. Aprendí desde los nueve a los doce años. Con un profesor del barrio. Creo que era un gran guitarrista y un buen docente. Aprendí los movimientos básicos para tocar la guitarra. Y después siempre lo que me interesó fue sacar cosas que tocaban otros e inventar canciones. Jugar, inventar canciones, armar cosas. Y nada, desde los 9 años que toco la guitarra.
-Justo dijiste eso de que te gustaba sacar cosas que hacía Litto. ¿Te gusta hacer covers de otras bandas o con la propia versión de ustedes?
Yo no lo había hecho nunca. Y lo hicimos con Pez en los últimos cinco o seis años. De repente empezamos a tocar en vivo alguna canción de alguno que nos gustaba y no la repetíamos. La tocábamos esa noche y ya estaba. Pero quedaba grabada, quedaba ahí. Y después un día nos metimos al estudio y empezamos a hacer versiones de temas. Sacamos un disco que se llama Banda de Covers del año 2019, si no me equivoco. Sí. 2018 o 2019. Hay como diez covers de rock nacional. Y después también esta Banda de Covers en vivo, que hay como 6 o 8 temas también de rock nacional de otros artistas en vivo. Pero es algo que no habíamos hecho nunca. Recién a los 25 años de banda dijimos, vamos a tocar los temas de él. Fue algo por placer propio. Algo que disfrutábamos hacer.
-¿Y se sintió bien?
Sí, relindo. Y está re bueno el disco. Hay un montón de covers. De Charly, de Spinetta, de Manal, de lo que quieras. De Miguel Mateos, de Nebbia, de Sumo, de Los Pillos, de Los Vigiladores. Es como más Mr. Red.
-¿Creés que de los músicos sale lo mejor artísticamente cuando están en una época de reviente o eso es un mito con ciertos artistas populares?
No solo esto que decís vos, sino que hay también como una creencia de que las mejores composiciones son cuando el músico está deprimido. Como que si estás alegre no tenés nada para contar. Claro, si no te querés tomar algo con tu novia, no sirve. Ahora, si estás pasándola mal y no sé qué, bueno, ahí podemos comunicarnos. No sé si es tan así, yo no lo veo así. Para mí lo de la música es tan intuitivo y tan de algún modo que tiene que ver con el azar, con mucho entrenamiento de lo que uno hace para hacerlo bien. Y después hay una cuota grande de azar y de inspiración momentánea y de lo que sea.
-Ricardo Mollo dijo en algún momento que basta con eso de que hay que estar reventado para que todos piensen que ahí te llegue la inspiración y sale lo mejor tuyo. Y que no es así, sino al contrario.
La inspiración es mucho ya. Es la famosa frase, la inspiración la tenés que agarrar trabajando. Tenés que estar haciendo lo que haces. Y después, bueno, si en algún momento pinta una idea que te gusta, capaz, ¿entendés? O que le gusta a alguien más, que uno te había dado cuenta y además te dice ¡Che, eso está buenísimo! No sé.
-Bueno, Minimal, para terminar. A esta altura, ¿pensás que tenés algo pendiente con la música? ¿Pensás que todavía querés hacer algo diferente?
En un momento decís, bueno, chau, ya está. Con Pez, está. Yo pensaba que Pez iba a ser hasta el final, pero ahora no. Siempre me parece que el chiste es ese, buscar algo que nos mantenga interesados en hacer. Siempre hay un disco nuevo por hacerse, una canción. Hacer algo musicalmente que no hayamos hecho antes. Lo mismo en cuanto a la banda que gira y que toca, ir a tocar a lugares que nunca fuimos. Siempre hay cosas por hacer. La verdad que no… No me doy por hecho. Pienso que me gustaría tocar hasta el final. Después veremos qué pasa, cómo será, pero es algo del día a día. Me gusta esta situación de hacer canciones, de imaginar canciones. Mi imaginación y mi forma tiene que ver con la época en la cual yo me moldeé, ¿no? En los años setenta y ochenta, que fueron la época de mi niñez y adolescencia. Entonces me interesa todavía hacer canciones, tener una banda de rock, pensar en cómo va a ser la etapa
del disco, pensar en las letras. Me sigue pareciendo interesante hacer eso. Mientras me siga pasando eso, voy a seguir haciéndolo.
Me quedó una preguna en el tintero. La relación de ustedes con los periodistas de música. ¿Cómo la llevaste?
-Siempre me llevé bien con todo el mundo. Al ser un artista independiente, la gran mayoría de las veces, yo lo llamaba por teléfono pidiendo la nota. Che, me hacés una nota en tal lugar, que toco en tal lado, que saco el disco, te puedo llevar el disco para que lo escuches. Llevamos la foto, todo. Así que yo estaba llamando por teléfono, pidiéndole la nota. Ya desde esa posición, está todo bien, buena onda. Y esa fue la relación desde siempre, no sé, en su momento, con Mario Pergolini en los programas de radio que tenía. Recién ahora, laburo después de un montón de años con un agente de prensa, con Paula Alberti, que es una divina y que se encarga de todo lo que tenga que ver la prensa nuestra. Pero durante 25 años, llamaba yo a los lugares, y decía, loco, da para que les haga una reseña en tal lado. Sí, dale, bueno. Eso después ya empezó solo, cuando la banda fue creciendo, ya los medios estaban pendientes de nuestro lanzamiento. Ya nos llamaban y nos decían, che, querés hacer una nota acá, querés hacer una nota allá, y obviamente íbamos y hacíamos todas las notas. Siempre fue buena la relación.