
@agustindusserre
Luego de una extensa gira internacional que lo llevó por distintas ciudades del mundo, Mateo Sujatovich volvió al punto de partida. Y lo hizo a lo grande: con un show inolvidable en el Movistar Arena, donde Conociendo Rusia reafirmó esa conexión única que tiene con el público argentino, una mezcla de nostalgia, gratitud y energía rockera que lo atraviesa todo.
En su quinto concierto en el estadio del barrio de Villa Crespo, Sujatovich celebró el reencuentro con Buenos Aires con un repaso por su repertorio, la presentación de una canción inédita, la presencia de un invitado legendario y una sorpresa impensada de la mano de Gibson. Todo eso, bajo un lema que no fue simple marketing, sino el espíritu del regreso: “El Ruso vuelve a casa”.

Una noche de reencuentros y canciones
Durante dos horas que se sintieron fugaces, Mateo desató una ola de emoción colectiva al recorrer gran parte de su discografía. Hubo lugar para los clásicos que ya son himnos de su público —“Cabildo y Juramento”, “Quiero que me llames” y “30 años”—, pero también para joyas que hacía tiempo no sonaban en vivo, como “Bruja de Barracas”, “Juro” y “La Mexicana”.
El público, de pie, coreó cada palabra como si fuera un reencuentro entre viejos amigos.
Entre tema y tema, Sujatovich compartió anécdotas, risas y alguna que otra confesión. Cuando llegó el turno de estrenar “Películas de acción”, una canción inédita, se permitió un momento de honestidad pura: “Me dio miedo y vergüenza cantarla por primera vez frente a mis amigos… pero bueno, ¡frente a quince mil personas me animo!”. La ovación fue inmediata.

El lujo de compartir escenario con Juanse
Uno de los momentos más potentes de la noche fue, sin duda, cuando Juanse, el eterno líder de Ratones Paranoicos, apareció en el escenario.
Juntos interpretaron “Para siempre”, y el Movistar Arena se vino abajo. Dos generaciones del rock argentino compartiendo una canción que sintetiza lo mejor del género: emoción, actitud y herencia. Fue un guiño al pasado y una promesa al futuro.
La complicidad entre ambos fue total. Juanse, con su impronta de leyenda, y Mateo, con esa mezcla de timidez y magnetismo, sellaron en pocos minutos una postal que los fans difícilmente olvidarán.
Una puesta visual que amplificó la emoción
La puesta en escena fue tan cuidada como potente. Una pantalla gigante alternaba entre visuales inmersivas e imágenes en 360°, mostrando el escenario desde todos los ángulos, mientras los primeros planos de Mateo, vestido de blanco, reforzaban la sensación de cercanía.
El sonido, impecable, sumó una nueva textura con la participación de Esmeralda Escalante (Aínda), quien aportó guitarras acústicas, coros y una calidez especial a las voces.
El público acompañó con una energía constante, desde las primeras notas hasta el último acorde. No hubo espectadores: hubo testigos. Cada canción fue un ritual compartido.
Una guitarra con historia
Promediando el show, Sujatovich se detuvo para contarle al público algo que pocos sabían: su vínculo personal con las guitarras. Ese relato desembocó en un momento que se volvió viral: la presentación de una Les Paul personalizada de Boca Juniors, diseñada especialmente para él por la marca Gibson.
“La guitarra Mateo Sujatovich”, como él la llamó, no solo fue un guiño futbolero, sino también una declaración de amor a su identidad, a su historia y a su país.
Un regreso con mirada hacia adelante
El concierto en el Movistar Arena no fue un cierre, sino un punto de partida. Con este show, Mateo inició una nueva gira nacional que lo llevará por distintas provincias, consolidando una etapa artística más madura, más libre y más internacional.
Su reciente colaboración con Jorge Drexler en “Desastres fabulosos”, nominada a los Latin Grammy 2025, marcó el tono de esta nueva era: un artista que no se repite, que crece con cada paso, pero que nunca pierde el vínculo con el público que lo vio nacer.
El show, transmitido en vivo por el canal de YouTube de Conociendo Rusia, fue seguido por más de treinta mil personas en todo el mundo. Desde Madrid hasta Montevideo, la comunidad rusa —como se autodenominan sus fans— celebró a distancia este regreso tan esperado.
El rock argentino sigue latiendo
Entre la melancolía de sus letras y la energía eléctrica de su banda, Conociendo Rusia volvió a recordarnos por qué el rock argentino sigue teniendo alma. En tiempos donde las modas pasan rápido y los algoritmos dictan tendencias, Mateo Sujatovich se planta con canciones honestas, melodías memorables y una autenticidad que trasciende las etiquetas.
El público lo sabe, lo siente y lo acompaña. Y eso, más que cualquier premio, es lo que hace que su regreso haya sido mucho más que un recital: fue un abrazo colectivo, una canción compartida, una confirmación de que el rock sigue vivo.





