Por Gabriel Cañete
La primera parada del Jet Love Tour de Conociendo Rusia en Buenos Aires fue mucho más que un simple concierto: fue una celebración colectiva, un abrazo sonoro entre Mateo Sujatovich y sus miles de seguidores, que en comunión perfecta, hicieron del Movistar Arena un santuario de emociones. Con entradas agotadas, el estadio fue cómplice de una velada inolvidable.
Desde el primer acorde de “Jet Love”, el ambiente vibró con una energía casi palpable. El estadio entero se convirtió en un solo latido, pulsando al ritmo de la música y la pasión desbordante del público. Mateo Sujatovich, con su carisma y talento innegables, volvió a demostrar por qué su proyecto ha alcanzado un lugar privilegiado en la escena musical nacional. Canciones como “Te lo voy a decir” y “Canciones” fueron auténticos detonantes de emoción, creando una atmósfera eléctrica, una marea que no dejó de crecer durante las dos horas de show, alimentada por la comunión entre el artista y su audiencia.
FOTOS DE SOFÍA BRAVO
El público, fiel y entregado, se apropió del show desde el primer momento. Cada tema fue coreado con una devoción que pocas veces se ve, transformando el estadio en un coro multitudinario que resonaba con una fuerza inusitada. Ese vínculo único entre Conociendo Rusia y sus fans no es un mero accidente: es el resultado de una conexión sincera, una autenticidad que atraviesa cada nota y cada palabra, llegando directo al alma. No es solo la música, es la transparencia de las emociones que fluyen desde el escenario hacia las gradas, en un ida y vuelta que parece no tener fin.
Visualmente, la puesta en escena fue impecable. Los juegos de luces, las proyecciones y el diseño sonoro crearon un espectáculo que oscilaba entre lo íntimo y lo grandioso, envolviendo al público en una experiencia multisensorial. Hubo un instante en particular en el que Mateo, solo frente a su piano, detuvo el tiempo. En ese momento, el silencio compartido y la simpleza de la escena hicieron evidente que la verdadera grandeza también puede encontrarse en la quietud, en esos instantes de vulnerabilidad que se comparten en silencio.
El show alcanzó su punto álgido cuando Joaquín Levinton, líder de Turf, subió al escenario para interpretar una electrizante versión de “Pasos al Costado”. La química entre los dos músicos era palpable, y la respuesta del público fue inmediata: el estadio entero se rindió ante la poderosa energía que emanaba desde el escenario. Pero no fue solo ese momento el que hizo vibrar al Movistar Arena. Cuando sonaron los primeros acordes de “Adiós” de Gustavo Cerati, la emoción fue casi tangible. Fue como si la herencia del rock argentino se materializara en el aire, y el homenaje a Cerati resonara no solo como una canción, sino como un puente emocional que une el pasado glorioso con el presente vibrante de nuestra música.
La banda que acompaña a Mateo Sujatovich merece su propia ovación. Guille Salort en la batería, Chechi de Marcos con su guitarra acústica y coros, Rodri Monte en el bajo, Martín Allende en la guitarra eléctrica, y Andy Elijovich en teclados y sintetizadores, son un verdadero ejemplo de cohesión y entrega. Cada uno de ellos aportó su talento con una precisión y pasión que hicieron que la noche fuera aún más brillante. La conexión entre ellos y Mateo es tan orgánica que parece una sola entidad musical, capaz de elevar cada tema a su máximo potencial.
Conociendo Rusia no es solo una banda, es una experiencia que trasciende lo meramente musical. Su capacidad para generar un vínculo tan visceral con su público lo convierte en un fenómeno único dentro de la música contemporánea argentina. Y si esta primera fecha del Jet Love Tour fue así de mágica, la expectativa por lo que vendrá en la segunda noche es aún mayor. Queda la certeza de que Mateo Sujatovich está viviendo su mejor momento artístico, pero también la promesa de que lo mejor aún está por venir. Este es solo el comienzo de una travesía que está destinada a marcar un hito en la historia de la música nacional.