Fito Paez realizó una serie de shows “PAEZ4030” en el Movistar Arena. Las seis presentaciones, repartidas cuatro en noviembre y dos en diciembre tuvieron como premisa celebrar los 40 años de Del 63 y los 30 años de Circo Beat y desde hace meses está completamente sold out.
Fito pisó el escenario vestido con un brillante traje que lució durante las más de dos horas que duró el espectáculo. Previo a dar luz verde a la función, el rosarino, notablemente emocionado, recorrió la pista saludando a las miles de almas presentes.
Ambos discos sonaron de principio a fin, respetando el orden que propuso el rosarino décadas atrás, al momento de la composición. “Del Sesenta y Tres” no solo auspició la apertura del show en el estadio de Villa Crespo, también anticipó una tendencia que iba a sostenerse a lo largo de las nueve canciones que integran el primer álbum de su carrera: el cantante no iba a abandonar el piano.
Distinto a lo que suele ocurrir en sus shows, esta vez, Fito hizo honor a la esencia de su disco debut y propuso una intimidad única, similar a la del estudio, que la banda acompañó con la afinidad que la caracteriza.
Porque, claro, Rodolfo no estuvo solo: Diego Olivero (bajo, teclado y coros), Gastón Baremberg (batería), Juan Absatz (voz, teclados y coros), Juani Agüero (guitarra y coros), Carlos Vandera (voz, guitarra, teclados y coros), Emme (voz y coros) completaron la ya conocida y aceitada formación. A su vez, la sección de vientos estuvo a cargo de Sudestada Horns (Ervin Stutz en trompeta y flugelhorn, Alejo von der Pahlen en saxo alto y saxo tenor y Santiago Benítez en trombón).
La puesta en escena, un minucioso trabajo de Sergio Lacroix, planteó a la mencionada formación en fila, de blanco y con peinados a la gomina. Una craneada combinación entre luces y visuales de época con un filtro -retro- blanco y negro en la pantalla permitió el viaje de los presentes a la época en que Fito escribió las 22 canciones homenajeadas.
La noche en Movistar Arena casi no tuvo pausas en el formato (apenas la interpretación de “Rojo como un corazón”, a dúo con Emme y una versión de “Soy un hippie”, en una lúdica armonización de voces con la banda completa en el borde del escenario).
Ya en el final, luego de himnos como “Tres agujas”, “Circo Beat”, “Mariposa Tecknicolor”, “El jardín donde vuelan los mares” y “Tema de Piluso”, hubo lugar para un clásico más, el único ajeno a los discos agasajados: Fito cerró con “Ciudad de pobres corazones”.